14 de marzo de 2014

Felicidad

Siento su respiración en el cuello, me agarra con su mano la cintura, de vez en cuando suelta un pequeño ruido que me hace sonreír sin saber muy bien porqué, y de repente, cambia de postura, y sin ni siquiera darse cuenta me acaricia el cuerpo, suavemente, y me eriza la piel, de esa manera tan delicada que él sabe. Con su brazo me rodea el cuello mientras yo le doy pequeños besitos por todo él hasta conseguir entrelazar su mano con la mía. A cada movimiento minimamente brusco, a cada cambio de respiración, le acaricio para calmarlo y creedme cuando digo que realmente lo consigo.
Quizá no esté segura de muchas cosas en mi vida, a veces ni lo estoy de mi misma, pero sé con certeza que quiero que sea su cuerpo y su carita lo primero en ver al despertar y al acostarme cada día de mi vida; Y que solo quiero que sea él el que me vea con cara de sueño, y quiero que me despierte a besos, y espero que sonría al verme dormir al igual que hago yo. Quiero cogerle de la mano y decirle que a mi lado todo va a estar bien, que no hay nada malo, que es el único y el último, que nada me podría llenar después de él, porque no pueden hablar de felicidad si no le han dormido a caricias.

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